Un chaval de un pequeño pueblo tiene que irse a la ciudad para continuar sus estudios. La última noche antes de partir recuerda todas sus divertidas vivencias. Una historia encantadora y muy bonita. Acompañamos al simpático personaje en sus travesuras, pasándotelo bomba. A pesar de eso, la historia está cargada de melancolía y añoranza. El libro se lee facilmente y el autor nos demuestra su dominio de la lengua, de forma sencilla y agradable. Ha sido de los pocos libros que me he leído dos veces. Muy aconsejable, para cualquiera que quiera disfrutar con literatura de la buena.